días como agua

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EL PROCESO

En mayo de 2005 recibí una carta de mi madre donde me escribía, en medio de anécdotas familiares, una frase que luego me serviría para sentar los primeros cimientos de este proyecto escénico: “los días se me van como agua”. Aquella frase resumía el sentido que la lejanía iba adquiriendo, el sentir profundo del estar lejos del lugar de donde se es que me venía como en camino de regreso en boca de mi madre.
A principios de 2010 comencé a trabajar en este proyecto sobre el tema del exilio y aquella frase volvió sobre sus pasos para anclarse en mí, hasta quedarse como título definitivo; al mismo tiempo, el tema inicial comenzaba a llevarme hacia otros espacios de reflexión sobre la memoria, la identidad, el sujeto, deviniendo finalmente aquel lejano exilio personal, en metáfora de un exilio más abarcador de la existencia toda, del estado del Ser.
Los días se me van como agua es una frase muy común en Cuba que hace referencia al anodino paso de la existencia, al inapresable devenir, pero aislada del conjunto del texto de la carta, me dejaba adivinar otras profundidades a las que siguiéndole, cual hilo de Ariadna, podía llegar; porque el agua también lava, arrastra; el agua, como la lágrima lo lava todo; ese aspecto lavatorio, purificador del agua parece estar unido a la naturaleza misma del ser cubano, de la ineludible condición de isleños, en la inevitable paradoja que repercute en la memoria de todos, en el sustrato que comporta la revelación del agua y nuestra relación con ella, a la vez lavatorio y extraña maldición que a-ísla.
La propuesta partía de una necesidad íntima para extenderse hacia una reflexión en torno al ser. Porque la existencia misma es un estado de exilio primordial.
La ausencia de personaje era una necesidad importante así como la ausencia de narración.

DÍAS COMO AGUA: DE EXILIOS Y NAUFRAGIOS

Confundido entre un montón de razones y sinrazones, este ser que emigra, hipertélico, salta y se coloca en tierra de nadie siguiendo un impulso irresistible, que le empuja a este viaje, cuyo fin, alejado y sobredimensionado, bien lo sabe, no pertenece al mundo sensible de los objetos que percibimos, aunque tal vez sí, al fenómeno perceptivo mismo. Este exiliado se desplaza, impulsado por un deseo inconfesado de transformación; sabe que no será posible la consecución de lo anhelado (tampoco es importante)  allá, en ese horizonte hacia el que se mueve; la elección incluye algo de fasto, como una condena que no se puede evitar, más bien se precipita en ella, como las mariposas nocturnas atraídas por la luz que devora sus alas, o como ciertos animales ciliados a los que nos remite Sarduy para recordarnos que más allá de nosotros existe también otra naturaleza marcada por la desmesura, por el exceso, por una impulsión letal, pues a menudo se paga el exceso con la propia vida.

Ahora provoca la memoria, sumido como está entre el afán de no olvidar y lo convenientemente terapéutico del olvido; provoca la memoria para gestionar un tránsito que le reivindique el viaje.
Así, la re-presentación re-coloca el cuerpo-mente exiliado en otro lugar; no es el sitio de donde viene, no es a donde va, es justo el espacio en el que se fragua una nueva mirada, una nueva luz; el tiempo se funde en un único instante y un estado único, que resume y condensa la experiencia toda. Como aquella primera pregunta prometeica ante el primer exilio, aquella queja lanzada en remotos tiempos contra un dios recién nacido, todo lo que en Días como agua se manifiesta viene bañado por esa extraña y antigua querencia. Y aquella pregunta, como no podía ser de otra manera, era en torno al sí mismo, en torno al Ser. Ser y exilio van de la mano, el segundo como idea y metáfora del primero en tanto que ruptura y abismamiento.

SALTAR HACIA AFUERA

La palabra "exilio" es una palabra antigua; el sentido etimológico original de la palabra latina era saltar hacia afuera, formada por el verbo saltar precedido por el prefijo ex-, fuera.
En nuestra lengua aparece ya desde el siglo XIII en textos de Berceo y de Alfonso el Sabio; es sin embargo, en una traducción de la Eneida de 1427 realizada por Enrique de Villena, donde se cree que aparece por primera vez en nuestra lengua utilizada en su sentido más amplio:
(…) aprovechándose d’ellas cuanto la necesidat requiere, aviéndolas en medianos entre nós e la patria celestial, donde somos naturales, reputándose bevir en exilio mientras cursa en la presenta vida. (VIRGILIO, Siglo XV)
Saltar-hacia-fuera, tal es el sentido del viaje, un salto al vacío. El cordón umbilical que nutría cultural y espiritualmente a éste que ha partido, se ha roto, y de esta ruptura inevitable deviene la angustia, la soledad, el desamparo. Intentar preservar lo perdido a toda costa para perpetuarlo en una imagen estática en los archivos de la memoria, es el más elemental instinto; pero allí guardados los objetos, despojados de su valor afectivo, comienzan a morir, más bien palidecen, se agotan y finalmente se disuelven como humo en el aire de otras tierras. Porque son de la misma vaguedad que los sentimientos, que cuanto más esfuerzo se realiza en concentrarse en ellos a fin de conservarlos, más rápidamente se ocultan de nosotros y desaparecen. Pero olvidar es estar muerto.
Y de pie frente a una realidad que lo supera, asimila en sí mismo la sequedad, el vacío, la oquedad del pensamiento, igual que el primero que se enfrentó a sí mismo ante la vastedad del universo y la iniquidad de los dioses. Hay algo de arrogancia en ello, como un nuevo nacimiento casi provocado, un medir fuerzas. A las profundidades, en órfico peregrinaje, desciende con la mirada puesta en la nueva luz, este “ser nuevo que busca una plenitud no saciada”[1]. Es el náufrago, en ese océano de infinitas profundidades que es la existencia, metáfora del ser humano en eterna condición de exilio. 

[1] Extraído de una carta de Mario Junquera, amigo y director de teatro.

LENGUAJE ESCÉNICO

El proceso de creación se plantea como una búsqueda de un nuevo lenguaje que parte de dos ausencias fundamentales:
  • La de personaje
  • La de narración
Estos determinaron el proceso de creación, que fue desarrollando una fuerza centrípeta cuyo diámetro se ampliaba con los días. Aparte de estas dos ausencias, nada preconcebido determinaba una dirección específica en cuanto a lenguaje escénico.
Sin embargo, al nacer y desarrollarse la idea de la instalación expositiva, otros lenguajes nuevos afloraron en la apropiación de una materia ajena al propio devenir escénico. 
Interesaba desplazar al personaje del centro del escenario para colocar en él al actor, no como individuo, sino como actante, como el instrumento de significar que efectivamente es. Es importante recalcar esto: el personaje desaparece para dejar paso al actor, no a la persona, para dejar ver al actor transformado mediante el ejercicio de su técnica.
La narración también carece de relevancia porque lo importante es el paisaje vivencial, el instante presente al que son avocados todos los estados pasados archivados en la memoria o los cercanos anhelos que se precipitan también en espera de alguna respuesta, de alguna conclusión.
Lo que se pretende es la condensación de los procesos en estados únicos que se reciclan y se amplían como sobre una espiral buscando una transversalidad (o verticalidad) simbólica ; eternidad manifestada en un solo instante y cada instante convertido en eternidad condensada de memoria, pasado y futuro irrumpiendo en el presente.
Porque la memoria no es un hipertexto, sino que es El Hipertexto por antonomasia, cada uno de sus universos nos remite a otros múltiples, dispersos, que a su vez nos re-lanzan a otros más lejanos aún; la estructura toda de la representación funciona como ese fantástico hipertexto que es la memoria, gran palimpsesto de retazos suspendidos en el universo donde se naufraga: la vida del ser en el espacio y el tiempo, fragmentada y vuelta a suturar por un mecanismo peculiar de extrañas conexiones, de adaptaciones; y entre uno y otro retazo, vasto mar de olvido que hace posible y redimensiona las epifanías de la memoria.
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Días como agua es una reflexión sobre la memoria y el olvido, sobre el exilio como vivencia, sobre el desarraigo y la identidad; es un rescate de lo intangible (la memoria misma) desde lo tangible, una manera de buscar las experiencias que perviven en los objetos o a través de los objetos comprobando la capacidad de remisión de estos.


Partimos del momento de la magdalena en la taza de té de Por el camino de Swan de Marcel Proust, y tomando fragmentos del discurso literario como texto dramático a la vez que como referente de evocación, creamos un tejido de acciones detonantes cuyas reacciones estructuran la puesta en escena a partir de la provocación y el estímulo de la memoria.
El texto espectacular, deconstruido, fragmentado, roto, esbozo de una frágil conexión con el universo dejado atrás, con la propia familia y la propia identidad, perfila y visibiliza una ruptura interna. Los objetos que utilizamos en la representación, nos obligan a revisitar los momentos de los que formaron parte.
Días como agua persigue un itinerario físico y emocional del exiliado como ser perseguidor de sueños y soledades, un horizonte, una meta: el paso de los días marca el cuerpo y la búsqueda de lo identitario se desdibuja al no anclarse en ningún puerto.
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Enviado a Alberto Menéndez en julio de 2010 junto a un breve material audiovisual que registraba la primera improvisación Vacuidad.

Varias pequeñas consideraciones
El exilio es cuando menos, una experiencia perturbadora. Comencé a plantearme la idea del espectáculo a partir de aquí; quería poner en el centro del espectáculo el viaje sin retorno del exiliado, su viaje interior y su búsqueda.
Con los días y el darle vueltas a la idea en la cabeza, la idea del exilio fue palideciendo dejándome ver otras opciones que entroncaban con el tema de la memoria y la identidad y se apartaban, aunque no del todo, de la idea inicial.
Así que decidí quitar toda la hojarasca que había escrito en un principio y quedarme sólo con aquello que me daba la posibilidad de particularizar donde fuera necesario sin encorsetarme demasiado. Me quedé con ese pequeño texto que te adjunto como punto de partida y como presentación de la idea a posibles ayudas o residencias.

Vacuidad. Primera Improvisación. días como agua.
EL EPISTOLARIO
Lo primero fue el epistolario; tenía un montón de cartas de todo el mundo y eran como un puente con todo lo que había dejado atrás. Decidí partir de él. Extraje algunos textos y los puse seguidos unos de otros, aunque no guardaran relación alguna; eran extractos inconexos y rotos, a menudo quedaban despojados de su significación al encontrarse fuera del contexto en que fueron escritos.
Nunca pensé decirlos, sino que se escucharan por altavoces, al fin y al cabo son de otro sitio, de otro tiempo, lejanos ecos de esa cotidianeidad que abandonamos. Un epistolario es como un saco de recuerdos, una comunicación inconclusa, que no termina de ser.
MÚSICA
La música preferiría que fuera electrónica, inhumana completamente, sobre todo en la primera parte, que sonara a metal y a sintonizador; pero no tengo músico, así que decidí hacer algo yo misma con sonidos mezclados. Para improvisar y ayudar al trabajo vale, ya veremos donde conseguimos un músico que se implique. También añadí los textos extraídos del epistolario a la mezcla y me ayuda a trabajar.
TEXTO
No tengo. Con el texto tengo muchas dudas aún.
AUDIOVISUAL
Utilizar lo audiovisual me interesaba a partir de la idea del actor ausente/presente, de la virtualidad y el juego con lo ilusorio y lo real.
He pensado colocar una cámara de CCTV en escena, (luego te paso esquema aproximado) para utilizar la ausencia física como presencia virtual sobre la pantalla.
No me interesa una proyección al fondo sin más, necesito que esté ligada y en diálogo continuo con el cuerpo vivo.
Tengo pensadas varias secuencias de proyecciones para distintos momentos, pero no hay nada definitivo aún. Sin embargo me gustaría que todo comenzara con una imagen proyectada.
EL TÍTULO
Viene de uno de los textos que seleccioné del epistolario: los días se me van como agua. Ahora mismo me gusta pero no descarto la posibilidad de que cambie. Me gusta porque me da la sensación de un eterno fluir, casi aletargante.
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Consideraciones preliminares / 28 de abril de 2010

LOS CONCEPTOS
El exilio es un largo viaje cuyo único fin es sobrevivir. Sus caminos recorren nuestro ser en todas las direcciones posibles. Es un viaje hacia nuestros propios límites, una experiencia vital que nos pone continuamente frente a nuestros miedos y limitaciones.
Aclaración necesaria:
El término subsistencia que empleamos aquí persigue una connotación más amplia que aquella que se refiere sólo a la de preservar nuestra integridad física o nuestra prosperidad material; en este caso el término subsistencia llega a todos los entresijos de nuestra existencia, desde nuestras necesidades más primarias hasta aquellas menos básicas y no menos necesarias de libertad, espiritualidad, expresión, realización personal, o respeto a la propia individualidad.
Quiero poner el tema del exilio (estado de encontrarse lejos del lugar natural) y el exiliado en el centro motivacional del espectáculo; porque es una vivencia del yo que entraña y simboliza en sí misma, el desarraigo y el alejamiento del ser, el olvido y el mayor esfuerzo de la memoria posible, la manera más cruda de enfrentarnos a nuestra propia identidad, o la perdida de la misma, según sea el caso.
El exilio es un viaje de pérdida y desencuentro. El emigrante se desplaza en un espacio tiempo que no es suyo a pesar de serlo; el espectáculo se propone generar la historia física y emocional del emigrante como ser desarraigado perseguidor de sueños, y otros atributos propios del arte de la subsistencia.
Mi propia experiencia en un piso de acogida para mujeres inmigrantes en Madrid por un período de varios meses, me permitió recoger muchas historias que enriquecen la concepción danzaria y teatral que proponemos; además de las propias, las vivencias ajenas me
ayudan a conformar ese crisol emocional y vivencial que entraña el viaje. Historias que se mezclan en un punto y luego divergen hasta el infinito.
Me propongo una reflexión y un acercamiento, más físico y emotivo que intelectual, al mundo interior del exiliado, a la vez que intentamos comprender las causas de las consecuencias personales de este fenómeno, que en muchos casos alcanza niveles verdaderamente dramáticos y terribles.
Para ello el proceso se plantea como una búsqueda igualmente incesante, que no se detendrá una vez estrenado el espectáculo, sino que se mantendrá abierto a nuevas experiencias que puedan enriquecerlo.
Tampoco podré pasar por alto el hecho absolutamente relevante de mi procedencia; la cubanidad como centro de todas las historias de emigración que propondré, no podrá faltar en este acercamiento al que me atrevo después de siete largos años. La distancia en el tiempo entre el comienzo de mi viaje personal y el presente, me permite una retrospectiva reflexiva y una relación cronológica de hechos y emociones, de vivencias y palabras, que antes hubiera sido imposible.

EL LENGUAJE
El límite entre la danza y el teatro es impreciso. Entendemos que todo juego sígnico más allá de nuestras necesidades cotidianas de comunicación, que entrañe un desempeño físico de nuestro cuerpo y nuestra voz en el espacio y el tiempo, cuyos matices dilaten la presencia escénica del intérprete, ante la presencia de al menos un espectador, puede ser considerado danza, o teatro, o ambos a la vez.
Siguiendo este punto de vista, el lenguaje que utilizaré abarcará todos los elementos generadores de significados que se presten a mis intenciones, incluyendo además la utilización de elementos audiovisuales.
El proceso creativo que me propongo parte de improvisaciones en las que seré totalmente libre de elegir aquellos elementos formales y simbólicos que mejor se avengan, ya sean objetos, música, vídeo u otros elementos escénicos, sin importar su naturaleza o uso convencional; el texto para partir al trabajo constituirá una referencia y una guía estructural y motivacional, más que un rígido corsé al que ceñirse.

La música será un compañero con el que dialogar en escena y no un mero acompañamiento. Para ello es posible que necesite un músico con su instrumento que a la vez sea capaz de componer su música partiendo también del mismo texto referencia que prepararemos para las improvisaciones.
Considero importante insistir en la relevancia del lenguaje corporal dentro de la propuesta, y de su diálogo con el resto de elementos que conforman la escena, sea música, vídeo, objeto o luz.

EL TEXTO
Los textos que utilizaremos han sido extraídos de un epistolario real, pero fragmentados, rotos, como esbozos de esa frágil conexión con el universo dejado atrás, con la propia familia, la memoria y la propia identidad.
He hecho una selección que relato seguidamente, pero también se pueden construir en base a las necesidades que el trabajo nos vaya planteando. No hay por qué desechar nuestro imaginario personal como fuente absolutamente legítima para nuestros propósitos.
Textos a menudo triviales, ecos de la cotidianeidad, de la relación con la familia, los pequeños asuntos que conciernen a los miembros de la casa, a sus gatos y sus perros, asuntos sin la menor importancia que en la distancia se renuevan y se dilatan, gritando una relación de amor estrecha y desecha.
Textos que encierran otro tipo de reflexión, que hablan de la amistad y la libertad, de los sueños y las perdidas, que regresan como ecos de los lazos que se han roto. Estos pertenecen al universo social del exiliado.
Mientras que los primeros buscan una referencia a lo cotidiano/familiar más cercano, los otros nos develan otras aristas, y una referencia a lo cotidiano/social. El puesto del individuo dentro de la sociedad que abandonó, esos lazos que son los primeros en romperse y los últimos en reconstruirse en la sociedad de acogida.
Pero se mezclan diluyéndose, como débiles y parpadeantes llamas a punto de extinguirse, que palidecieran a la luz de los nuevos acontecimientos, del aquí y ahora.
Estos textos se están escuchando por los altavoces; son voces frías que no denotan ya ninguna emoción; buscamos sacar el texto de su significación emotiva primigenia, de la repercusión emocional que pudieron tener en el momento de ser escritos o leídos, y los colocamos como telón de fondo sobre el que se desarrollan los acontecimientos nuevos. Son parte de un pasado que se refleja en el presente, de este modo establecemos un diálogo vivo entre ese ayer y este hoy.

Bocetos para videoproyección. días como agua.